En la
política económica, así como en otros sectores, los hechos cuentan más que las
palabras. La banca popular china (PBOC) ha resaltado el objetivo táctico de la
política de estabilización del gobierno, que apunta a un target mínimo de
crecimiento del PIB cercano al 7%.
Alcanzar ese objetivo no será fácil para el
gigante asiático. La economía china está expuesta a presiones estructurales por
su nuevo modelo de crecimiento orientado a los servicios y a los consumidores,
y también a una presión cíclica producto de un contexto global que empuja hacia
abajo los ingresos tradicionales que acostumbraba tener por exportaciones e
inversiones.
Los desafíos cíclicos ahora son más complejos.
Aunque han disminuido notablemente en relación al monto alcanzado antes de la
crisis, que llegó al 35% del PIB, las exportaciones se ubican actualmente en
24%, una cifra importante, sin embargo la caída podría continuar y hacer más
vulnerable a China en su crecimiento global, especialmente para seguir
colocando manufacturas en los países desarrollados que experimentan una
debilidad por el lado de la demanda, considerando su situación económica de bajo
crecimiento.
De hecho, el 42% de las exportaciones chinas
llegan a puertos europeos, de EE.UU. y de Japón, tres economías que enfrentan
un estancamiento desde hace varios años. Y particularmente Europa, el mercado
más grande para las exportaciones chinas, se encuentra en mayores dificultades
que los otros países desarrollados.
Si se considera que las estrategias de desarrollo
inician su período de quiebre cuando las economías alcanzan un estatus de renta
media, situación a la que se está acercando China, el gigante asiático no puede
permitir que los riesgos cíclicos afecten su transformación estructural. La
historia moderna enseña que, para que los países en desarrollo no caigan la
trampa de la renta media, deben cambiar su modelo y adaptarlo a los nuevos
tiempos, requerimientos y competencia.
La aplicación de una transformación estructural
puede convertir a un país en vía de desarrollo con una renta media en un país desarrollado
con alta renta, eso lo saben los líderes chinos y por ello están aplicando las
estrategias necesarias que les permitan seguir en el ranking del liderazgo.
El Presidente Xi Jinping está empeñado en
impulsar precisamente las reformas requeridas para equilibrar, fortalecer y
diversificar su economía, de hecho, el año pasado, en la tercera sesión
plenaria de décimo octavo Comité Central del Partido Comunista Chino (PCC), Jinping
y su equipo expusieron el más ambicioso programa de reformas económicas de los
últimos 35 años.
Esta propuesta, junto
al plan quinquenal aplicado desde el año 2011, evidencia el empeño de las
autoridades para fortalecer el sector de servicios y el consumo interno,
especialmente si se considera la demanda potencial de la enorme población de
ese país asiático.
China también la logrado transferir la
responsabilidad de la actuación de las reformas desde su envejecido aparato
central (Comisión Nacional para el Desarrollo y las Reformas) a un organismo
más eficiente basado en el mercado, incorporado en la estructura del PCC (grupo
dirigente central para la profundización de las reformas).
Esta reestructuración marcha a la par de una campaña anti
corrupción promovida por Xi Jinping, que según algunos expertos en la materia,
no tiene vuelta atrás, y se dirige hacia el camino del reequilibrio y del
cambio estructural.
Artículo reformado y traducido del diario Il Sole 24 Ore
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