lunes, 8 de diciembre de 2014

Chávez deja un modelo repartista sin divisas




Gracias al crecimiento de China e India y a la política monetaria de  EEUU y la UE, que inflaron el petróleo de los 8$/barril en 1998 a más de 100$/barril en la actualidad, el consumo per cápita durante los 14 años del presidente Chávez creció más de 50%, eso sí, al costo de dejar enormes desequilibrios, desbalances, y un legado económico nefasto.

En lugar de dejar un modelo de desarrollo y transformación de la sociedad venezolana, el recién fallecido presidente Chávez deja al país un modelo repartista de la renta petrolera, basado en la dependencia del ciudadano del Estado, la incivilidad, el desempleo y subempleo como base político-clientelar.

Chávez deja una economía cortesana, así como un modelo autocrático, absolutista, voluntarista, estatista y presidencialista, basado en la discrecionalidad administrativa, la inseguridad política y jurídica, controles de toda índole, expropiaciones y confiscaciones, en vez de un Estado de Derecho, democracia, autonomía de los poderes públicos, el respeto por las normas, las leyes y los contratos, garantías, reglas claras y estables y la libertad económica para la inversión privada en sectores hasta hoy prohibidos como el petrolero.

Chávez deja una economía que en 14 años creció menos que la de los países de la OPEP, salvo Libia obviamente; menos que el promedio de Latinoamérica y el promedio global. Deja, igualmente, una inflación alta y persistente, que en 2010 fue la mayor del planeta y probablemente lo sea nuevamente en 2013 (se requieren hoy Bs 16,76 para comprar lo que antes de Chávez se compraba con Bs 1). 

Deja una moneda nacional con menos ceros, pero, que en 14 años devaluó más de un 1.000%, la mayor devaluación de Latinoamérica, América, y la OPEP, después de Angola, así como la sexta del mundo después de la experimentada en Zimbabue, el Congo, Angola, Bielorusia y Uzbequistán.
Chávez recibió una economía cuya exportación petrolera representó el 68% de las exportaciones totales en el IV trimestre de 1998, pero, la deja muchísimo más dependiente de las importaciones y exportaciones petroleras que hoy representan un 96%.

Chávez deja un modelo arcaico conflictivo de lucha de clases, no uno de armonía social. Chávez deja una industria petrolera rentística, y disminuida, en proceso de contracción, en vez de una productiva, y en proceso de expansión.

Chávez deja programas políticos clientelares llamados Misiones, cuyo fin último es la captación del voto y la dependencia del ciudadano del Estado, y no programas sociales, que verdaderamente sean inclusivos, inserten a la gente en la esfera de la producción, independicen al ciudadano y transformen su vida.

Chávez deja al país sumido en una gran de dependencia del consumo del asistencialismo, Misiones, dádivas y petrolimosnas, de los subsidios a los alimentos, a la gasolina y otros. En definitiva, Hugo Chávez y el socialismo del siglo XXI dejan como modelo la pobreza, un sistema que perjudica a quienes se prometió privilegiar y defender, los más pobres; un sistema que castiga el mérito y el esfuerzo, mientras premia el rentismo y la corrupción; una sociedad donde sigue siendo verdad que entre el colegio privado y el liceo público, jamás un pobre, si pudiese, escogería a este último.
@garciabanchs

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