sábado, 12 de septiembre de 2015

CIDH o el silencio de los repatriados

Fot: Juan Pablo Cohén/Frontera
 Por poco transcurre en total hermetismo la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh)a la frontera, pues aunque se esperaba un gran despliegue para acompañar a los máximos veedores de los derechos de la comunidad, el recorrido fue casi inaccesible.
Desde el amanecer, las llamadas iban y venían para conocer el sitio de encuentro de los enviados, pero el tiempo pasaba sin razón de ellos.
La primera respuesta advirtió un recorrido por el albergue de Morichal, en Villa del Rosario, a las 9 a.m., pero nada pasó hasta las 10:30 a.m. cuando se cumplió la cita en el Puesto de Mando Unificado.
Como se es costumbre cuando hay visita a La Parada, las personas se agolparon sobre la reja que cierra el paso y se hizo la habitual visita a la barricada en medio del puente internacional Simón Bolívar.
Fueron solo la ida y el regreso, preguntando quién está a cargo de cuál actividad, y pese a que se esperaba la ida a Morichal, terminaron consultando si era muy lejos para llegar a La Playita a pie.
Carlos Iván Márquez, director de la Unidad, contestó que tardarían más de media hora para ello, así que se optó por tomar los vehículos.
Los planes cambiaron, y tan discretos como llegaron, se fueron a buscar la trocha por la que continúa atravesando gente de un lado a otro.
La caravana viajó por una de las calles de La Parada, y en una esquina dos hombres en moto sonrieron al ver pasar las patrullas y las grandes camionetas, pues el parrillero llevaba un pequeño cargamento de bebidas energizantes.
Avanzaron y bajaron de las camionetas al final de la calle, en un punto donde el putrefacto olor del barro estremeció a casi todos, pero del grupo de comisionados, al parecer, ninguno se inmutó.
Al escuchar que faltaban 10 minutos para llegar al río, Jesús Orozco, presidente de la Comisión, lo pensó mejor y volvió al carro, solo hasta donde este pudo pasar, pues las enormes piedras que muestran hasta dónde llegó el río Táchira dificultaron el tránsito.
Avanzaron rápido y en el camino se toparon con una mujer madura, un hombre con una bolsa negra al hombro, otro más en moto, y tres asoleadas personas que se adhirieron al recorrido para cruzar a Venezuela.
Solo alguien de la Defensoría indagó por el ‘peaje’ que se les cobra allí, a lo que contestaron que con 10 mil pesos tenían asegurado el ingreso, pero los comisionados no se detuvieron.
Ya en La Playita, hubo una corta charla con un joven negro que dijo que la Guardia Nacional Bolvariana les cobraba 7.500 pesos para ayudar a pasar a la gente y sus enseres.
Felipe González, otro comisionado, se acercó a la orilla y vio cómo la gente cruzaba, mientras el grupo que dejó atrás hablaba con el joven que con brazos cruzados contestaba a los funcionarios de la Cancillería y la Defensoría.
Los comisionados escuchaban y asentían, miraban a lo lejos, oían que donde estaba el poste quedaba el barrio Mi pequeña Barinas, en tanto un pequeño grupo al otro lado gritaba “¡Que filmen, que filmen eso! ¡A ver cuánto nos van a dar!”.
Uno de los secretarios contó cómo había sido el primer día, la gente discapacitada que recibió, relató otros relatos de casas demolidas y recordó que esa misma trocha por la que andaban “se volvió un río de enseres”.
Orozco solo dijo “sí”, y al lado de la camioneta le agredeció, estrechó su mano, y todos se fueron hasta el mismo punto del repugnante olor.
Un grupo de gente se ubicó allí, les tomó fotos y comentó que no entendían a qué iban ‘los gringos’. Las mujeres cruzaron los brazos, pero no obtuvieron una contestación. Fue demasiado rápido y callado el recorrido en el que no hubo mayor oportunidad para hablar de derechos. 

Los comisionados

El grupo de visitantes estuvo conformado por José de Jesús Orozco Henríquez, presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; Felipe González, tambuén comisionado, y Emilio Álvarez, quien funge como secretario ejecutivo de la organización.
También, visitaron la zona dos abogados especialistas en Derechos Humanos.
Igualmente, el recorrido estuvo acompañado por Víctor Bautista, asesor de la Cancillería, y los secretarios de Planeación y Gobierno de Villa del Rosario: Huber Plaza y Hugo Rey.
En el trayecto, también estuvieron el defensor del Pueblo, William González, con funcionarios de la entidad y delegados de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo.
Por parte de la alcaldía de Cúcuta no hubo ningún delegado, pues en esta jornada se celebraba el día del funcionario público y ninguno tuvo jornada laboral.
Fuente: La Frontera

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