Fot: Juan Pablo Cohén/Frontera |
Por poco transcurre en total hermetismo la visita de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (Cidh)a la frontera, pues aunque se
esperaba un gran despliegue para acompañar a los máximos veedores de los
derechos de la comunidad, el recorrido fue casi inaccesible.
Desde el amanecer, las llamadas iban y venían para conocer el sitio de
encuentro de los enviados, pero el tiempo pasaba sin razón de ellos.
La primera respuesta advirtió un recorrido por el albergue de Morichal,
en Villa del Rosario, a las 9 a.m., pero nada pasó hasta las 10:30 a.m.
cuando se cumplió la cita en el Puesto de Mando Unificado.
Como se es costumbre cuando hay visita a La Parada, las personas se
agolparon sobre la reja que cierra el paso y se hizo la habitual visita a
la barricada en medio del puente internacional Simón Bolívar.
Fueron solo la ida y el regreso, preguntando quién está a cargo de cuál
actividad, y pese a que se esperaba la ida a Morichal, terminaron
consultando si era muy lejos para llegar a La Playita a pie.
Carlos Iván Márquez, director de la Unidad, contestó que tardarían más
de media hora para ello, así que se optó por tomar los vehículos.
Los planes cambiaron, y tan discretos como llegaron, se fueron a buscar
la trocha por la que continúa atravesando gente de un lado a otro.
La caravana viajó por una de las calles de La Parada, y en una esquina
dos hombres en moto sonrieron al ver pasar las patrullas y las grandes
camionetas, pues el parrillero llevaba un pequeño cargamento de bebidas
energizantes.
Avanzaron y bajaron de las camionetas al final de la calle, en un punto
donde el putrefacto olor del barro estremeció a casi todos, pero del
grupo de comisionados, al parecer, ninguno se inmutó.
Al escuchar que faltaban 10 minutos para llegar al río, Jesús Orozco,
presidente de la Comisión, lo pensó mejor y volvió al carro, solo hasta
donde este pudo pasar, pues las enormes piedras que muestran hasta dónde
llegó el río Táchira dificultaron el tránsito.
Avanzaron rápido y en el camino se toparon con una mujer madura, un
hombre con una bolsa negra al hombro, otro más en moto, y tres asoleadas
personas que se adhirieron al recorrido para cruzar a Venezuela.
Solo alguien de la Defensoría indagó por el ‘peaje’ que se les cobra
allí, a lo que contestaron que con 10 mil pesos tenían asegurado el
ingreso, pero los comisionados no se detuvieron.
Ya en La Playita, hubo una corta charla con un joven negro que dijo que
la Guardia Nacional Bolvariana les cobraba 7.500 pesos para ayudar a
pasar a la gente y sus enseres.
Felipe González, otro comisionado, se acercó a la orilla y vio cómo la
gente cruzaba, mientras el grupo que dejó atrás hablaba con el joven que
con brazos cruzados contestaba a los funcionarios de la Cancillería y
la Defensoría.
Los comisionados escuchaban y asentían, miraban a lo lejos, oían que
donde estaba el poste quedaba el barrio Mi pequeña Barinas, en tanto un
pequeño grupo al otro lado gritaba “¡Que filmen, que filmen eso! ¡A ver
cuánto nos van a dar!”.
Uno de los secretarios contó cómo había sido el primer día, la gente
discapacitada que recibió, relató otros relatos de casas demolidas y
recordó que esa misma trocha por la que andaban “se volvió un río de
enseres”.
Orozco solo dijo “sí”, y al lado de la camioneta le agredeció, estrechó
su mano, y todos se fueron hasta el mismo punto del repugnante olor.
Un grupo de gente se ubicó allí, les tomó fotos y comentó que no
entendían a qué iban ‘los gringos’. Las mujeres cruzaron los brazos,
pero no obtuvieron una contestación. Fue demasiado rápido y callado el
recorrido en el que no hubo mayor oportunidad para hablar de derechos.
Los comisionados
El grupo de visitantes estuvo conformado por José de Jesús Orozco
Henríquez, presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos;
Felipe González, tambuén comisionado, y Emilio Álvarez, quien funge
como secretario ejecutivo de la organización.
También, visitaron la zona dos abogados especialistas en Derechos Humanos.
Igualmente, el recorrido estuvo acompañado por Víctor Bautista, asesor
de la Cancillería, y los secretarios de Planeación y Gobierno de Villa
del Rosario: Huber Plaza y Hugo Rey.
En el trayecto, también estuvieron el defensor del Pueblo, William
González, con funcionarios de la entidad y delegados de la Unidad
Nacional de Gestión del Riesgo.
Por parte de la alcaldía de Cúcuta no hubo ningún delegado, pues en
esta jornada se celebraba el día del funcionario público y ninguno tuvo
jornada laboral.
Fuente: La Frontera
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