Un país que haga colas para redistribuir lo que queda, por allí anda Venezuela |
Lo de Farmatodo no es una medida aislada, forma parte
de un extenso programa: expropiar a las grandes empresas privadas y
comercializadoras. Ahora vienen otras farmacias y luego les llegará la hora a
los supermercados. De hecho, según anunció Diosdado Cabello, el Supermercado
Dia Día, ya está en el bolsillo del gobierno. Le faltará muy poco a Makro, al
Central Madeirense, al Plaza y otros.
Lejos de rectificar, el gobierno de Maduro y de los
altos jerarcas militares, quieren imponer la economía planificada y
centralizada, esquema que no ha funcionado en ninguna parte del mundo. Ni
siquiera en Alemania del este, que al fin y al cabo son alemanes y una vez
caído el muro de Berlín se dieron cuenta de las diferencias abiertas entre una
economía y otra, la occidental.
Tampoco es fortuito que se formen las colas en los
supermercados. Ahora el gobierno quiere esconderlas. Conduce a la gente, como
si fuera ganado, a los sótanos del Bicentenario en la Plaza Venezuela y en
dónde puedan. No quieren fotos. No quieren que las imágenes se reflejen en la
prensa, especialmente en medios internacionales. El negocio está abajo,
subterráneo, haciéndole ganar “unos reales” a los estratos más desposeídos que
emplean su tiempo en comprar y revender.
Piensan que, al fin y al cabo, las divisas las produce
Pdvsa, que el 96% de los dólares que entran al país se debe al petróleo y por
ello, siendo la petrolera estatal, entienden que es de ellos, del gobierno, nunca
del pueblo ni de la nación, de ellos, por lo que pueden disponer de esos
recursos como se les ocurra. Y, siguiendo esa “lógica”, la empresa privada para
ellos es “parasitaria”, casi no tiene sentido de ser. Ellos tienen los dólares,
los demás que vengan a pedir “a ver a
quienes se los damos y en qué condiciones”.
De allí es todo lo que ocurre. De un concepto, una percepción,
una ideología, una forma de ver el país, una forma de detentar el poder y los
privilegios. El que tiene el poder, tiene todo, por lo que puede disponer de
ello. Así, poco a poco, están desarmando el país, para convertirlo en un gran
rancho. Un palacio que distribuye la renta a los ranchos, según lo que quede
luego de su desfrute, de los jerarcas. Así quedó el pueblo de Bolívar.
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